viernes, 31 de enero de 2014

Cosas de Muertos (Parte 1)

    Aunque se me cerraban los párpados y se me dormían las piernas, seguí estudiando. Me pasaba los días durmiendo y las noches estudiando hasta el alba. No se me daba bien estudiar de día, así que estudiaba de noche. De vez en cuando, solía quedarme dormida estudiando y como ya me había pasado varias veces, tenía veinticuatro relojes y alarmas por toda la casa, además de grandes reservas de cafeína y cosas dulces por si me daba un bajón. De pequeña, siempre había odiado el colegio. Pensaba que estudiar era un rollo y que las clases no servirían para nada. Además, mis profesores no eran los más simpáticos y al ir a un colegio público, tampoco es que mis compañeros fueran agradables con ellos. Como en todos los colegios públicos, el colegio no dependía de las mejores instalaciones. Los de ESO pintaban grafitis en los baños, los de la guardería lo manchaban todo y los de mi edad se dedicaban a pegar y tirar de los pelos. A mí no me iban ni los grafitis, ni las manchas, ni los puñetazos, así que me dedicaba a la música. No tenía dinero para ningún instrumento y como vivía con mis tíos bastante que me dejaban dormir en el sótano. Mis padres habían fallecido 2 años atrás. Mi padre de cancer y mi madre, acto seguido, se había suicidado. Desde entonces, visto de negro. No soy la típica gótica que viste el color más oscuro para mostrar su profunda pena, como dicen los demás. Yo visto de negro porque no me siento bien llevando colores vivos sabiendo que mis padres, los que siempre llevaban una sonrisa en la cara, estaban muertos. Siempre sonreían aunque tuviesen que ir de casa en casa en busca de ropa vieja o comida pasada para venderla y poder pagar el alquiler, siempre me decían que no pasaba nada, que buscarían la manera de arreglarlo, pues todo tiene o tenía solución. No estaba muy segura de aquello último. Cuando los perdí, cuando perdí a mis padres, me enfadaba conmigo misma pues no encontraba aquella solución de la que tanto me hablaban. Me preguntaba cual era la solución que haría que mis padres regresaran y con cada fracaso me hundía un poco más.


(Espero que os guste si quereis leer la segunda parte dadle al megusta !! Publicaré esta historia en mi otro blog también !!  Abrazos bloguer@s!!)

miércoles, 22 de enero de 2014

Croissant Volando Parte 3 (última)

Los días pasaron y Mike aún seguía poniéndome a prueba. Sin embargo, ya no parecía que me estuviese examinando. Las mañanas quedábamos en el restaurante de la esquina en el que le derramé el café por primera vez, en el que su sonrisa me asustó al otro lado del cristal. Yo tomaba mi capuchino de siempre y el su café corto con leche. Pedíamos un croissant, lo partíamos en dos, y nos lo comíamos entre risas. Más tarde, él iba a trabajar y yo a las clases del señor Westson. Por la tarde, ponía a prueba mi creatividad. A veces, me llevaba a lugares a los que jamás había ido. La última vez que lo vi, me llevó a una capilla. Por fuera estaba que se caía a pedazos. Estaba pintorreada con grafitis y los ladrillos estaban llenos de moho. Pero todo parece diferente una vez que se entra en ella. Al entrar solo se ve un largo pasillo. Caminamos juntos sin hacer ruido. Se oían las ratas de puntillas. Por un instante, pensé en dar la vuelta,  pero entonces fue cuando Mike me cogió de la mano. Cuando llegamos al final del pasillo, un rayo de luz me deslumbró. Aquel túnel oscuro se había terminado. Cuando volví a abrir los ojos, mi boca se abrió tanto que casi se me cae la mandíbula. Delante de mi, había un almendro alto, lleno de flores y en la rama más alta, cantaba un ruiseñor. Una manta yacía en el suelo y flores caían suavemente en mi pelo. Mike cogió una de ellas y me la colocó en mi mano. "Ya no hace falta que te examine más. Estás en la revista" me dijo.
Salté de emoción y le abracé. Sin soltarle, le di las gracias y el me miró a los ojos.
"No podré quedarme más en Londres, me han trasladado a Paris" me contó.
"Qué?" Me quedé perpleja. "Por qué no me lo has contado antes? Por qué ahora?"
Se quedó en silencio.
De repente, me puse furiosa. Quería gritarle. Quería pegarle. Le solté bruscamente y se lo repetí de nuevo. "Por qué no me lo has contado antes?" le grité.
De nuevo, silencio.
Las lágrimas me quemaban los ojos. Me di media vuelta y empecé a caminar deprisa pero me cogió del brazo y me acercó a él. Me quitó las lágrimas lentamente y me miró a los ojos.
"Por que cada vez que te veo sonreír, se me rompe el alma pensar que no podré estar contigo. Porque te quiero. "


martes, 21 de enero de 2014

Croissant volando Parte 2

  Al día siguiente, me levanté pronto por la mañana. Tenía clase de arte a primera hora y no podía perder el tiempo. A mi profesor, no le gustaba que sus estudiantes llegaran tarde y eso me afectaba a mí también. Una vez, mi compañero, Paul, llegó cinco minutos tarde. Nuestro profesor, el señor Westson, se puso furioso. Su cara fue cambiando de color, de rosa a rojo, de rojo a azul y de azul a violeta. No se oía ni una mosca. Paul, avergonzado, se fue sin hacer ruido. Al día siguiente se disculpó ante el señor Westson, pero mister Westson era tan severo, que no perdonaba ni a sus estudiantes más brillantes.
Paul se cambió de clase y en lugar de continuar artes plásticas se fue a carpintería. Le fue bastante bien pues cada vez que hacía un objeto lo pintaba, lo barnizaba y lo vendía por Amazon.
   Si yo fuese Paul, no podría deshacerme de la pintura de un día a otro. De pequeña, utilizaba la pintura para ilustrar mis sueños y pesadillas. Creía que si reflejaba mis temores en el papel, no volverían a mi mente. Sin embargo, a medida que fui creciendo me di cuenta de que no solo dibujaba cuando tenía sueños o pesadillas, también lo hacía por placer. Me gustaba dibujar así como me gustaba leer, comer y respirar.
  La clase pasó volando. Estábamos trabajando con ceras y pasteles y el señor Westson se emocionaba tanto con este tema, que muchas veces nos pasábamos las horas escuchándole.
 Fuera parecía como si fuese de noche aunque eran solo las cinco. Las calles estaban desiertas. Había algún que otro turista haciéndose fotos o buscando sitios en gigantes mapas con letras enanas, por lo demás, no se veía a nadie. Cogí el metro y me dirigí al centro. Los sábados mi amiga Helen me dejaba su estudio de música a cambio de mi casa. Era como un intercambio. Su estudio tenía un granero polvoriento y oscuro con unas pocas telas de araña pero también tenía las mejores vistas de todo Londres. Aquella habitación tenía un escritorio antiguo que daba a una ventana alta y alargada. Me iba a la cama pronto y me despertaba al alba para ver el amanecer. Era hermoso ver como el sol iluminaba el cielo y lo teñía de colores rosas, azules y naranjas.
 Me senté frente al escritorio y coloqué mi material de pintura. Cansada, apoyé mi respaldo en la silla e intenté no quedarme dormida. Justo cuando mis párpados se estaban cerrando de sueño vi una silueta.
"Helen?" dije en voz alta.
"Eres tú? Helen?" repetí.
No hubo respuestas.
"Helen ya te he dicho que no me gustan los sustos!" dije enfadada y me giré imaginándomela riéndose en mi cara. Sin embargo, a mi gran sorpresa no vi a Helen sino al chico del restaurante. Di un salto y retrocedí hacia atrás.
"Quién eres? Qué haces aquí? Cómo has entrado?"le grité.
De nuevo, hubo un silencio. El joven permanecía quieto pero sonriente.
"Qué te hace tanta gracia? Te parece que el allanamiento de morada es gracioso? eh!"
Se quiso acercar pero yo no le dejé. Le eché spray en la cara y aturdido cayó al suelo.
Cuando despertó, lo había movido hasta la silla y ahora, equipada con un cuchillo en la mano, le volví a preguntar.
"Quién eres? Me puedes explicar que haces aquí?"
Por fin respondió. Tenía una voz suave y dulce pero muy masculina. No parecía un ladrón u otro tipo de criminal.
"Me llamo Mike".
Me miró a los ojos.
"No te acuerdas de mí?"
Me dijo divertido.
"Soy el chico del puesto de café al que le echaste un capuchino encima durante tu entrevista".
Le miré asombrada. Había tenido aquella entrevista hace dos meses y aún seguía apenada. Me había ido fatal. Aquel día me había despertado tarde y por poco salgo a la calle con las zapatillas puestas. Había pasado la noche enferma con gripe y fiebre alta y aún en la entrevista, no sabía donde estaba. Me presentaba a una entrevista de trabajo para que una revista publicase mis críticas sobre el arte contemporáneo. Cuando pedí aquel café mis manos temblaban tanto de los nervios que le derramé el café encima y me fui corriendo alarmada.
"Oh! Siento mucho todo esto. No conseguía reconocerle. Siento haberle derramado el café la otra vez."
"No te disculpes tanto. Le podría haber pasado a cualquiera"respondió.
"Qué hace usted aquí? Cómo ha logrado entrar?"
"Hace semanas que llevo examinándote y he estado hablando con tus compañeros de trabajo, tu profesor y tus amigos. Vengo a darle una segunda oportunidad. Tu amiga Helen me indicó que venías mucho aquí y me dijo que en caso de que no vinieses me dijo que bajo la alfombra guardaba la llave".
"Ya.. Helen es un poco ... Le gusta mucho conocer hombres!" le sonreí.
Me miró animado.
"Muchas gracias Señor Meyer por darme esta segunda oportunidad. De verdad supone una oportunidad muy valiosa para mí" le dije.
"No me llames Señor Meyer, llámame Mike. No me llames señor parece como si fuese mucho más mayor de lo que soy, solo dos años mayor que tú" me contó risueño.
"De acuerdo señ... Mike!"






lunes, 13 de enero de 2014

Croissant volando

  Busqué deprisa un lugar en el que sentarme. Al final, en un rincón del inmenso restaurante, me senté cerca de la ventana. Hacía frío y el cristal estaba lleno de vapor. Una camarera se me acercó. Tenía el pelo tan rizado, que cada rizo formaba una peculiar caracola. Me preguntó si quería tomar algo y yo le mostré un nombre del menú. Aquel restaurante, ambientado en el estilo francés, hacía los mejores croissants. El problema era que no había nadie en todo inglaterra que fuese capaz de pronunciar aquellos platos tan largos. La mujer miró al que yo le apuntaba, y divertida por mi mala pronunciación se fue y río sonrojada. En inglaterra, la gente tiene un raro sentido del humor. No sé si es el conocido humor británico u otro tipo de humor pero la mayoría de las veces, la gente se rie por nada.
  Fuera, personas caminaban entre la nieve con cuidado. Dos niños estaban entretenidos tirándose a la nive equipados con sus guantes de colores, sus bufandas gordas, unas botas resistentes y abrigos acolchados.
  De repente, una cabeza salió justo a la altura de la mía, al otro lado del cristal. Un chico joven, con una sonrisa brillante, dió dos golpecitos al cristal. Aturdida y asustada, di un saltó y el croissant salió volando. En un chasquido de dedos, todas las cabezas me miraban con ojos como platos. El joven rió de nuevo mientras yo pagaba al otro lado. Salí del restaurante avergonzada por el espectáculo que acababa de montar. Sin embargo, el chico había desaparecido. Dónde se había metido?


(Espero que os haya gustado jajaja si quereis leer la siguiente parte dejad un mensaje debajo y escribiré una segunda parte! :) porfavor sed sinceros y opinad se aceptan críticas!! :)♡)