sábado, 21 de junio de 2014

Bajo La Mesa (parte 1)

    Gritaban como si estuviesen en la plaza del pueblo vendiendo pescado. Se miraban  los unos a los otros haciendo gestos pesados y alzando las manos al aire. Me escondí bajo la mesa y me tapé los oidos con la almohada de la tía Helen. Desde aquí solo se veían pies desnudos moviéndose de un lado a otro por si solos. Si me fijaba con atención, podía adivinar al dueño de cada par.  Me aterraba salir de mi escondite y que me empezasen a reñir a mí, que me gritasen. Así que me pasé dos horas jugando a las adivinanzas. Odiaba que se pelearan y más por una caja tonta. Si la maldita cajita con botoncitos y luces encendiéndose a cada instante  no se hubiese parado, nadie se estaría peleando ahora. Sentí un toque en mi espalda y me quedé paralizada. La tía Helen no me dejaba tocar sus cosas y menos usar su mesa como refugio. Decía que todas sus pertenencias eran sagradas y que yo no era quien para tocarlas con mis manos sucias, llenas de gérmenes. Equipada de un spray antibacteriano y unos guantes amarillos, se pasaba las horas rociando la casa con fertilizantes espeluznantemente olorosos y productos que decían eliminar los monstruitos verdes que la tía tantísimo odiaba. 

martes, 17 de junio de 2014

Tu niño

Te miraba desde el rincón y te mandaba besos de fresa y limón. Con su cara pequeña, menuda y suave, pensabas que el no era nada. Pensabas que el no mataría ni a la mosca que le atormentaba, volando a su desdén alrededor de su cabeza. Se movía de un lado a otro y se posaba en su nariz. Él la contemplaba. Sus ojos se ponían bizcos y te reías cariñosamente. Pensabas que sus manos manchadas de tinta no harían más que fallos tontos porque él estudiaba mucho y su único refugio eran perdones tan grandes como abrazos de panda.  Pensabas que su corazón era como un caramelo, lleno de cosas dulces y bellas. Pensabas que estaba lleno de detalles pequeños que hacían de él un diamante único. El tiempo a pasado rápido. Y ahora no sabes ni quien es ni de lo que él es capaz de hacer. Ahora te mira, con otra cara. Una cara pálida que sonríe con los ojos abiertos como guirnaldas. Esos ojos observan cada uno de tus movimientos.  No brillan como los de antes, con luz propia. Ahora se encienden como llamas quemando las hojas de un bosque. Te quedas paralizada. Y de nuevo su sonrisa se queda en tí clavada. Levanta la mano izquierda, la gira en el aire coge la botella. Bebe sorbos, uno tras otro, hasta calmar su sed y dejarla vacía. Empiezan a temblarte las piernas y te ves atrapada. Gira su otra mano y se aguanta firmemente. Esta vez, buscas con malicia como sacar el as de la manga pero no encuentras más que una jota. Dos gotas se deslizan por su frente y te golpea en la cara. Ahora yaces en el suelo. Aquel niño asustado llora y tiembla pues ahora está aterrado. El mundo dice que la gente no cambio pero tu niño ya no es el mismo. El mundo se ha vuelto a apoderar de sus palabras dulces e inocentes. Las ha destruido para hacer de ellas armas.  Aquellas que cuando enemigos las toman son domadas, convertidas en letras que suenan al tambor de la venganza.
El mundo cambia, la gente también. Cuida a tu niño y no dejes que el sea una victima otra vez.


jueves, 29 de mayo de 2014

Monta-Sueños

   
  Me mordí las uñas y miré hacia abajo. Mis pies flotaban en el aire mientras todo lo demás giraba alrededor. La fuerza del viento chocaba contra mi cara haciendo que mis ojos permaneciesen siempre entreabiertos.
Nuestros gritos se podían oír de lejos. Me agarré a la barra de seguridad con fuerza. Mis manos sudorosas resbalaban por la superficie fría y dura.
''Voy a vomitar'' me aulló al oido.
Giré la cabeza. Mi hermano tenía la cara como una berenjena, violeta y verde, estaba agarrado tan fuerte como yo y las lágrimas se le derramaban por las mejillas a chorros.
''Te lo dije!! Mamá te lo dijo!! Te dijimos que no vinieses!! Lo ves ahora?" le grité de vuelta.
De pequeña siempre había querido vivir nuevas aventuras, volar por los aires o saltar de un alto edificio con una bolsa de la compra como paracaídas. Pensaba que si llevaba un paraguas a todas partes, como Mary Poppins, terminaría volviéndome como ella. No sería una bruja ni volaría en una escoba, pero iría de un lado al otro con mi paraguas salvavidas. Sin embargo, con los años este sueño se fue desvaneciendo de mi mente para quedar enterrado entre una mar de memorias y pensamientos. Nunca había imaginado que mi hermano también compartiese este sueño. Ahora sentado a mi lado, me di cuenta de lo valiente que era. Él soñaba con tocar las estrellas y por mucho miedo que aquel viaje le diese, ahí estaba, aferrado a la barra metálica del monta rusas que más temía. 

lunes, 21 de abril de 2014

Monstruos Dulces, Monstruos Bellos

  Bajé las escaleras corriendo, saltando los escalones de por medio. Él me perseguía, pisándome los pies. Corrí tan rápido como pude pero no lo suficiente. Me resbalé. Caí en un charco y me mojé la punta de los dedos. Qué frío estaba el suelo! Hacía días que llovía. Normalmente solía hacer sol o bochorno, pero no lluvia. Intenté levantarme y seguir huyendo, pero ahí estaba, sus ojos clavados en mí, bloqueándome el camino.
"Venga, levanta tonta".
Me tendió una mano. Sus dedos me agarraron con fuerza y tiraron de mi con delicadez, como si estuviese hecha de cristal.
"Por qué estás aquí? Déjame. Soy...un monstruo.. déjame!Vete! Vete y déjame!" las lágrimas comenzaron a derramarse por mis mejillas. Cerré los ojos.
Grasa, grasa, y más grasa, por todos lados. Gente empezó a aparecer de la nada. Sentía sus voces picoteándome los oídos, las orejas, mordiéndome los pies y las manos. Gorda. Fea. Inútil. No sirves para nada. Podía leerles la mente. Obesa. Sentí una apuñalada en el estómago. Se reían a carcajadas.
"Helen, mírame."
Abrí los ojos. Me temblaban las manos. Me las froté contra las mejillas y levanté la vista. Sus ojos brillaban con una luz potente, grande y fuerte. Una luz aún más brillante que la de las estrellas. Me agarró fuerte, su aliento barriendo mi frente con una suave brisa.
"Los insultos no son sólo insultos" me susurró.
"Son celos escondidos bajo la forma de insultos. Son rabia. Son odio. Son venganza."
Me acercó a él.
"No eres ningún monstruo" empezó a llover de nuevo.
"Yo..." su pulso se aceleró.
"Eres... dulce" sus labios rozaron mi cuello.
"Eres... bella" subieron hasta mis mejillas.
"Eres... inteligente" tocaron la punta de mi nariz.
"Y... tienen que ser dementes para no verlo" sus manos acariciaron mi pelo.
 Un "mmm..." se escapó de mi garganta.
"Qué?" se quedó quieto. Las gotas seguían cayendo sin descanso.
 Pasaron unos segundos.
"Te quiero" le dije deslizando mis manos por su cuello.
"Y yo... gruñona" respondió sonriendo.
Quise contestarle pero sus labios me lo impidieron.
Que se fueran las críticas a la mierda. Qué más daban. Le quiero.

jueves, 17 de abril de 2014

Rezando por corea (2x)

Hola bloguer@s
Hoy estoy muy triste. Estoy triste porque vi en las noticias un reportaje sobre unos estudiantes Sur Coeranos que se han quedado atrapados en un barco y no pueden salir. Éstos se iban de viaje de estudio a una isla que estaba por ahí. De camino, el barco debió de chocar contra algo. El capitán no hizo otra cosa que salvarse el culo y aunque había tiempo para evacuar a todos los estudiantes que estaban dentro, no hizo nada. Se fue y los dejó ahí. Ahora, a 30 metros debajo del mar, están grabando vídeos y mandando mensajes como pueden a sus familias. Algunos, hasta se están despidiendo de ellas! El problema con el rescate es que el barco se encuentra en una zona de corriente..  Tengo un nudo en la garganta y las lagrimas a los ojos. Vi uno de los vídeos y ... si fuese pariente de alguno de los estudiantes que se ha quedado atrapado... no sé qué haría. Quiero ayudar, pero me veo de manos atadas! Lo único que puedo hacer es pasar la voz de esta catástrofe e intentar encontrar gente dispuesta a salvar vidas. No es mi vida la que está en peligro pero sigo pensando que si fuese mi vida la que estuviese en peligro, me gustaría que gente se preocupase por me. Rezo por ellos. Mucha suerte!

sábado, 8 de marzo de 2014

Menta y Limón ☯☮

   Era un día de verano. Una oleada de calor había dejado atrás los últimos días de otoño. Las playas estaban a rebosar de gente. No había sitio ni para una mosca más. Mientras tanto, Alicia seguía en su cama, nadando en un sueño fresco olor a menta y limón. Soñaba que estaba en un jardín lleno de flores como la lavanda. El color de éstas se fundía con el cielo rojizo y naranja. Ella, sentada en una hamaca de mimbre, bebía té helado y se levantaba, de vez en cuando, para mojarse la punta de los pies en la piscina de enfrente. El agua estaba salada y brillaba bajo la luz del sol.
Después de una larga serie de idas y vueltas, de la piscina a la hamaca y de la hamaca a ésta, Alicia se puso las chanclas y se fue a caminar. Atravesó el  jardín y se dirigió a un camino de piedrecitas que llevaban a la playa. La playa de sus sueños estaba vacía. La arena dorada se movía al ritmo de las olas. Alicia, atraída por aquellas se tumbó frente al agua. El sonido del mar era música para sus oídos. Poco a poco, se le estaban cerrando los ojos. A punto de dormirse, notó un toque en su hombro. No sabía si aquel venía del sueño o si alguien le había dado el toque en la realidad. Decidió hacer un esfuerzo, y arriesgándose a perder aquel dulce sueño, los abrió en la realidad. Su hermana, Lena, la miró preocupada. Las lágrimas se le derramaban a gran velocidad.
"Qué pasa?" se incorporó Alicia.
"Mam... Ss porque... Ven.. !" le tiró del brazo.
Alicia no entendía una sola palabra de lo que su hermana estaba diciendo. Cuando se ponía nerviosa, empezaba a tartamudear. Aquel era su defecto. Lena le llevó hasta la playa a la que sus padres habían ido a tomar el sol mientras ella dormía.
 Todo estaba destrozado. Los chiringuitos se habían derrumbado. Las palmeras, verdes y altas, se habían caído. Había personas tiradas en el suelo. Sangre cubría la arena llenándola de manchas oscuras, manchas rojas. Alicia oyó la voz de su madre en su mente:
"Cariño, vamos a tomar el sol. Estamos enfrente de el chiringuito de la izquierda, aquel que tanto te gusta. No te levantes muy tarde".
Sus piernas le estaban temblando. Corría tan rápido como podía. Ya solo quedaban unos cuantos metros hasta llegar al chiringuito. Su hermana iba detrás. Por fin llegó. Empezó a mirar a los lados. Todo, todo estaba lleno de sangre. De repente, reconoció la gorra de su padre que ahora yacía en el suelo. Al lado, su madre estaba quieta tumbada en la playa. Sin aliento Alicia cogió las muñecas de su padre y su madre.
"Llama a una ambulancia Lena!!"
Les tomó el pulso. Tic, Tac. Tic, Tac. Sonaban como las agujas de un reloj.
Un tsunami se había producido mientras ella soñaba en su cama. Lena había vuelto al hotel segundos antes el tsunami atacase la costa. Se le habían olvidado las gafas de buceo. A la vuelta, se encontró con todo aquel caos y aterrada había vuelto a buscar a su hermana.

Dos años más tarde, Alicia estaba en su cama. Como siempre, soñando. Notó un toque en el hombro.
"Buenas días pitufa" le dijo su padre mientras Lena y su madre le cantaban feliz cumpleaños.

viernes, 28 de febrero de 2014

TUMBLR

Mi nuevo Tumblr !! Espero que os guste jeje!!
(dadle al like para más historias ;) !!)
http://adryandy.tumblr.com/#

sábado, 1 de febrero de 2014

Cosas de Muertos (parte 2)

    Y así, con el tiempo, me fui aferrando a los libros y a mis estudios. Pronto tendría que ir a la universidad y si no encontraba la forma de ahorrar dinero para ésta, no podría seguir estudiando. Por lo tanto, me puse a buscar. Estuve investigando por las calles, mirando ofertas en los periódicos y quedándome horas extras trabajando en el bar de la esquina, hasta que finalmente, decidí ponerme las pilas con los estudios. Los fines de semana, me colaba en el teatro sin que nadie me viese, y escuchaba las canciones que la orquestra tocaba. Me las aprendí de memoria. Las canciones de Mozart, Beethoven, Vivaldi y hasta Bach se repetían en mi mente como un disco girando sin pausa.
   Un día, mientras el metro me llevaba al centro, sentada en el asiento del rincón contra la ventana, vi a un grupo tocando. Tres chicos cantaban al unísono mientras otro tocaba la armónica y la guitarra al mismo tiempo. Me quedé mirandoles perpleja. Aquella canción.. Aquella canción la había escuchado antes. Miré al chico de la guitarra y la armónica. Su cara me era tan familiar...! El chico debió de notar mi mirada, pues por un instante, nuestras miradas se cruzaron. Me miró del mismo modo, perplejo, pero siguió tocando. Debía bajarme en mi parada, aunque cuando quise levantarme, las piernas no me respondieron. De repente, el grupo dejó de tocar. Los pasajeros aplaudieron contentos. El chico comenzó a acercarse sin dejar de mirarme. Noté cómo mi pulso se aceleraba y mi respiración se cortaba.
   Horas después seguíamos en el metro. Hablando. Contándonos nuestras vidas. Aquel joven había sido mi amigo de la infancia. Hacía tiempo que no habíamos estado en contacto. El día que mis padres murieron, tuve que venirme con mis tíos a Manhattan y no le había vuelto a ver nunca más. Ahora, su voz sonaba reconfortante. Me hacía recordar aquellos tiempos, en los que nos solíamos correr por las calles agarrados de la mano, como si no hubiese nadie capaz de derrumbar nuestra amistad. Solíamos colarnos en las tiendas de chuches y llevarnos caramelos en la ropa interior. Aquellos, eran los únicos lugares en los que los guardias de las tiendas no miraban. Y luego entre risas y miradas delincuentes nos las comíamos por la noche. Sin querer, lágrimas me nublaron la vista. No quedaba nadie en el metro ni siquiera el conductor, pues estábamos en la última parada. Mi amigo me acarició el pelo y me sonrió. Me abrazó contra su pecho, y me dijo que no pasaba nada, que no me preocupase. "Todo tiene solución" me susurró al oído.

(Colgaré este texto en mi otro blog también ! Espero que os guste :) !! Gracias Bloguer@s!!) 

viernes, 31 de enero de 2014

Cosas de Muertos (Parte 1)

    Aunque se me cerraban los párpados y se me dormían las piernas, seguí estudiando. Me pasaba los días durmiendo y las noches estudiando hasta el alba. No se me daba bien estudiar de día, así que estudiaba de noche. De vez en cuando, solía quedarme dormida estudiando y como ya me había pasado varias veces, tenía veinticuatro relojes y alarmas por toda la casa, además de grandes reservas de cafeína y cosas dulces por si me daba un bajón. De pequeña, siempre había odiado el colegio. Pensaba que estudiar era un rollo y que las clases no servirían para nada. Además, mis profesores no eran los más simpáticos y al ir a un colegio público, tampoco es que mis compañeros fueran agradables con ellos. Como en todos los colegios públicos, el colegio no dependía de las mejores instalaciones. Los de ESO pintaban grafitis en los baños, los de la guardería lo manchaban todo y los de mi edad se dedicaban a pegar y tirar de los pelos. A mí no me iban ni los grafitis, ni las manchas, ni los puñetazos, así que me dedicaba a la música. No tenía dinero para ningún instrumento y como vivía con mis tíos bastante que me dejaban dormir en el sótano. Mis padres habían fallecido 2 años atrás. Mi padre de cancer y mi madre, acto seguido, se había suicidado. Desde entonces, visto de negro. No soy la típica gótica que viste el color más oscuro para mostrar su profunda pena, como dicen los demás. Yo visto de negro porque no me siento bien llevando colores vivos sabiendo que mis padres, los que siempre llevaban una sonrisa en la cara, estaban muertos. Siempre sonreían aunque tuviesen que ir de casa en casa en busca de ropa vieja o comida pasada para venderla y poder pagar el alquiler, siempre me decían que no pasaba nada, que buscarían la manera de arreglarlo, pues todo tiene o tenía solución. No estaba muy segura de aquello último. Cuando los perdí, cuando perdí a mis padres, me enfadaba conmigo misma pues no encontraba aquella solución de la que tanto me hablaban. Me preguntaba cual era la solución que haría que mis padres regresaran y con cada fracaso me hundía un poco más.


(Espero que os guste si quereis leer la segunda parte dadle al megusta !! Publicaré esta historia en mi otro blog también !!  Abrazos bloguer@s!!)

miércoles, 22 de enero de 2014

Croissant Volando Parte 3 (última)

Los días pasaron y Mike aún seguía poniéndome a prueba. Sin embargo, ya no parecía que me estuviese examinando. Las mañanas quedábamos en el restaurante de la esquina en el que le derramé el café por primera vez, en el que su sonrisa me asustó al otro lado del cristal. Yo tomaba mi capuchino de siempre y el su café corto con leche. Pedíamos un croissant, lo partíamos en dos, y nos lo comíamos entre risas. Más tarde, él iba a trabajar y yo a las clases del señor Westson. Por la tarde, ponía a prueba mi creatividad. A veces, me llevaba a lugares a los que jamás había ido. La última vez que lo vi, me llevó a una capilla. Por fuera estaba que se caía a pedazos. Estaba pintorreada con grafitis y los ladrillos estaban llenos de moho. Pero todo parece diferente una vez que se entra en ella. Al entrar solo se ve un largo pasillo. Caminamos juntos sin hacer ruido. Se oían las ratas de puntillas. Por un instante, pensé en dar la vuelta,  pero entonces fue cuando Mike me cogió de la mano. Cuando llegamos al final del pasillo, un rayo de luz me deslumbró. Aquel túnel oscuro se había terminado. Cuando volví a abrir los ojos, mi boca se abrió tanto que casi se me cae la mandíbula. Delante de mi, había un almendro alto, lleno de flores y en la rama más alta, cantaba un ruiseñor. Una manta yacía en el suelo y flores caían suavemente en mi pelo. Mike cogió una de ellas y me la colocó en mi mano. "Ya no hace falta que te examine más. Estás en la revista" me dijo.
Salté de emoción y le abracé. Sin soltarle, le di las gracias y el me miró a los ojos.
"No podré quedarme más en Londres, me han trasladado a Paris" me contó.
"Qué?" Me quedé perpleja. "Por qué no me lo has contado antes? Por qué ahora?"
Se quedó en silencio.
De repente, me puse furiosa. Quería gritarle. Quería pegarle. Le solté bruscamente y se lo repetí de nuevo. "Por qué no me lo has contado antes?" le grité.
De nuevo, silencio.
Las lágrimas me quemaban los ojos. Me di media vuelta y empecé a caminar deprisa pero me cogió del brazo y me acercó a él. Me quitó las lágrimas lentamente y me miró a los ojos.
"Por que cada vez que te veo sonreír, se me rompe el alma pensar que no podré estar contigo. Porque te quiero. "


martes, 21 de enero de 2014

Croissant volando Parte 2

  Al día siguiente, me levanté pronto por la mañana. Tenía clase de arte a primera hora y no podía perder el tiempo. A mi profesor, no le gustaba que sus estudiantes llegaran tarde y eso me afectaba a mí también. Una vez, mi compañero, Paul, llegó cinco minutos tarde. Nuestro profesor, el señor Westson, se puso furioso. Su cara fue cambiando de color, de rosa a rojo, de rojo a azul y de azul a violeta. No se oía ni una mosca. Paul, avergonzado, se fue sin hacer ruido. Al día siguiente se disculpó ante el señor Westson, pero mister Westson era tan severo, que no perdonaba ni a sus estudiantes más brillantes.
Paul se cambió de clase y en lugar de continuar artes plásticas se fue a carpintería. Le fue bastante bien pues cada vez que hacía un objeto lo pintaba, lo barnizaba y lo vendía por Amazon.
   Si yo fuese Paul, no podría deshacerme de la pintura de un día a otro. De pequeña, utilizaba la pintura para ilustrar mis sueños y pesadillas. Creía que si reflejaba mis temores en el papel, no volverían a mi mente. Sin embargo, a medida que fui creciendo me di cuenta de que no solo dibujaba cuando tenía sueños o pesadillas, también lo hacía por placer. Me gustaba dibujar así como me gustaba leer, comer y respirar.
  La clase pasó volando. Estábamos trabajando con ceras y pasteles y el señor Westson se emocionaba tanto con este tema, que muchas veces nos pasábamos las horas escuchándole.
 Fuera parecía como si fuese de noche aunque eran solo las cinco. Las calles estaban desiertas. Había algún que otro turista haciéndose fotos o buscando sitios en gigantes mapas con letras enanas, por lo demás, no se veía a nadie. Cogí el metro y me dirigí al centro. Los sábados mi amiga Helen me dejaba su estudio de música a cambio de mi casa. Era como un intercambio. Su estudio tenía un granero polvoriento y oscuro con unas pocas telas de araña pero también tenía las mejores vistas de todo Londres. Aquella habitación tenía un escritorio antiguo que daba a una ventana alta y alargada. Me iba a la cama pronto y me despertaba al alba para ver el amanecer. Era hermoso ver como el sol iluminaba el cielo y lo teñía de colores rosas, azules y naranjas.
 Me senté frente al escritorio y coloqué mi material de pintura. Cansada, apoyé mi respaldo en la silla e intenté no quedarme dormida. Justo cuando mis párpados se estaban cerrando de sueño vi una silueta.
"Helen?" dije en voz alta.
"Eres tú? Helen?" repetí.
No hubo respuestas.
"Helen ya te he dicho que no me gustan los sustos!" dije enfadada y me giré imaginándomela riéndose en mi cara. Sin embargo, a mi gran sorpresa no vi a Helen sino al chico del restaurante. Di un salto y retrocedí hacia atrás.
"Quién eres? Qué haces aquí? Cómo has entrado?"le grité.
De nuevo, hubo un silencio. El joven permanecía quieto pero sonriente.
"Qué te hace tanta gracia? Te parece que el allanamiento de morada es gracioso? eh!"
Se quiso acercar pero yo no le dejé. Le eché spray en la cara y aturdido cayó al suelo.
Cuando despertó, lo había movido hasta la silla y ahora, equipada con un cuchillo en la mano, le volví a preguntar.
"Quién eres? Me puedes explicar que haces aquí?"
Por fin respondió. Tenía una voz suave y dulce pero muy masculina. No parecía un ladrón u otro tipo de criminal.
"Me llamo Mike".
Me miró a los ojos.
"No te acuerdas de mí?"
Me dijo divertido.
"Soy el chico del puesto de café al que le echaste un capuchino encima durante tu entrevista".
Le miré asombrada. Había tenido aquella entrevista hace dos meses y aún seguía apenada. Me había ido fatal. Aquel día me había despertado tarde y por poco salgo a la calle con las zapatillas puestas. Había pasado la noche enferma con gripe y fiebre alta y aún en la entrevista, no sabía donde estaba. Me presentaba a una entrevista de trabajo para que una revista publicase mis críticas sobre el arte contemporáneo. Cuando pedí aquel café mis manos temblaban tanto de los nervios que le derramé el café encima y me fui corriendo alarmada.
"Oh! Siento mucho todo esto. No conseguía reconocerle. Siento haberle derramado el café la otra vez."
"No te disculpes tanto. Le podría haber pasado a cualquiera"respondió.
"Qué hace usted aquí? Cómo ha logrado entrar?"
"Hace semanas que llevo examinándote y he estado hablando con tus compañeros de trabajo, tu profesor y tus amigos. Vengo a darle una segunda oportunidad. Tu amiga Helen me indicó que venías mucho aquí y me dijo que en caso de que no vinieses me dijo que bajo la alfombra guardaba la llave".
"Ya.. Helen es un poco ... Le gusta mucho conocer hombres!" le sonreí.
Me miró animado.
"Muchas gracias Señor Meyer por darme esta segunda oportunidad. De verdad supone una oportunidad muy valiosa para mí" le dije.
"No me llames Señor Meyer, llámame Mike. No me llames señor parece como si fuese mucho más mayor de lo que soy, solo dos años mayor que tú" me contó risueño.
"De acuerdo señ... Mike!"






lunes, 13 de enero de 2014

Croissant volando

  Busqué deprisa un lugar en el que sentarme. Al final, en un rincón del inmenso restaurante, me senté cerca de la ventana. Hacía frío y el cristal estaba lleno de vapor. Una camarera se me acercó. Tenía el pelo tan rizado, que cada rizo formaba una peculiar caracola. Me preguntó si quería tomar algo y yo le mostré un nombre del menú. Aquel restaurante, ambientado en el estilo francés, hacía los mejores croissants. El problema era que no había nadie en todo inglaterra que fuese capaz de pronunciar aquellos platos tan largos. La mujer miró al que yo le apuntaba, y divertida por mi mala pronunciación se fue y río sonrojada. En inglaterra, la gente tiene un raro sentido del humor. No sé si es el conocido humor británico u otro tipo de humor pero la mayoría de las veces, la gente se rie por nada.
  Fuera, personas caminaban entre la nieve con cuidado. Dos niños estaban entretenidos tirándose a la nive equipados con sus guantes de colores, sus bufandas gordas, unas botas resistentes y abrigos acolchados.
  De repente, una cabeza salió justo a la altura de la mía, al otro lado del cristal. Un chico joven, con una sonrisa brillante, dió dos golpecitos al cristal. Aturdida y asustada, di un saltó y el croissant salió volando. En un chasquido de dedos, todas las cabezas me miraban con ojos como platos. El joven rió de nuevo mientras yo pagaba al otro lado. Salí del restaurante avergonzada por el espectáculo que acababa de montar. Sin embargo, el chico había desaparecido. Dónde se había metido?


(Espero que os haya gustado jajaja si quereis leer la siguiente parte dejad un mensaje debajo y escribiré una segunda parte! :) porfavor sed sinceros y opinad se aceptan críticas!! :)♡)